26.11.05

Símbolos del Espíritu Santo

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Símbolos del Espíritu Santo

Dios escoge las imágenes con que gusta describirse, y nos deja a nosotros la alegre tarea de descubrir a todo lo largo de las escrituras santas los mil sentidos, las alusiones, los secretos, la descripción, que es un arte y un dogma a un tiempo, del ser divino del Espíritu y de su acción en nosotros.


El óleo:

"El aceite era producto de excepción en la agricultura esencial de los pueblos bíblicos. Mezclado con perfumes, adquiría el valor sagrado de ser portador de una bendición para los personajes y objetos que regían la ida religiosa y política del pueblo de Dios. El Espíritu es es unción que unge con óleo consagrado altares, templos, sacerdotes, y reyes para llenarlos de su presencia y separarlos para su servicio en la liturgia y gobierno.

El aceite penetra y pemanece, empapa y suaviza, se extiende por los poros más íntimos y se desliza hasta las rendijas más escondidas con paso callado. Si se echa agua sobre una piedra, se moja su superficie por un momento, pero un breve rato de sol basta para enjugar el remojón y devolver su sequedad a la piedra. El aceite es constante. Cala hondo y permanece. Permanece precisamente porque llega hondo. Esta cualidad primordial del aceite es la que describe y prefigura la acción del Espíritu. No es pasajero ni superficial. Entra hasta el fondo, empapa, unge. Allí queda su acción, aunque pase el tiempo y cambien las circunstancias. La unción del Espíritu atraviesa todo lo que es el hombre en cuerpo y alma, pensamiento y amor, historia e imaginación, y hace llegar hasta el centro de su personalidad el efecto innovador de su presencia y gracia."
(Carlos G. Vallés)

"El aceite derramado sobre un hombre, es un signo de elección. Es el ungido el llamado, el elegido y el consagrado. Asume una misión, una tarea, una responsabilidad. Su vida está marcada para siempre por Dios. Así sucede con los reyes de Israel. Eran ungidos como servidores de su pueblo.
Cristo quiere decir "ungido". Jesús es el Ungido por excelencia. El servidor de Dios, el profeta de la verdad, el único sacerdote, el Rey crucificado y vivo. Es el Espíritu el que unge a Jesús y el que lo consagra como Mesías. El óleo o aceite perfumado continúa en el uso de la Iglesia.

La Iglesia unge y marca con aceite a un bautizado porque entra a formar parte de un pueblo de reyes, sacerdotes y profetas. Unge y marca también a quien confirma su fe y lo señala en la frente como testigo diciendo sobre él: Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo. Los enfermos son ungidos y se ora sobre ellos. Y a los presbíteros y obispos la Iglesia los unge con aceite santo. Los altares donde se celebra la Cena son ungidos y consagrados con aceite perfumado. Y cada Jueves Santo en la liturgia el Obispo bendice el aceite que la Iglesia usará durante el año.

El ungido recibe el Espíritu para el testimonio, está marcado para siempre. Está sellado por el mismo Dios. Camina con el perfume de la fe. Los sacramentos que nos ungen no son finales de camino sino inicios de un hermoso recorrido. Nos hace testigos, discípulos, enviados, misioneros, ungidos. Estamos marcados con el sello del Espíritu, y por eso vivimos" (Miguel Ortega Riquelme)

1. Lc 7, 36-50; Juan 19, 38-42
2. Las cremas, ungüentos y perfumes tienen hoy una función semejante al aceite en la antigüedad. ¿Para qué sirven y qué características tienen?
3. Ser ungido es como tener un perfume especial. Es ser reconocido por el "buen olor" del testimonio. ¿Qué condiciones debe tener este testimonio?
4. Analiza por qué la unción es signo del Espíritu.
5. Prepara un signo en tu grupo que se asemeje a esta unción.

El agua.

"El último día de la fiesta, el más solemne, puesto de pie, Jesús gritó: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba el que crea en mí. Como dice la escritura: de su seno cborrerán ríos de agua viva. Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él." (Juan 11,37)
Era la fiesta judía de los Tabernáculos. Un pueblo que se había formado en el desierto conocía el valor del agua, daba gracias por la fuente que saltó de la roca al golpe de la vara de Moisés y rezaba para que la lluvia puntual fertilizara los campos un año más en bendición necesaria y esperada. En aquel cuadro popular, Jesús se puso en pié y gritó y habló de sed de otras aguas más esenciales y más íntimas, aguas que brotaban de sus propias entrañas. Y Juan, al hablar del agua que brotaba explica que Jesús hablaba del Espíritu. Agua de vida de la fuente del costado de Cristo. Dios era para el hebreo fuente de agua viva.

Apenas puede haber imagen más bella y significativa para el Espíritu que el agua viva, saltarina, clara, libre, alegre, don del cielo y de las montañas, poder arrollador y belleza serena, gozo de los campos y sonrisa de la naturaleza. No es extraño que los ríos sean sagrados en muchas civilizaciones y el mar hable de Dios a quien lo contempla en silencio. El Espíritu Santo limpia y santifica, arrastra y fecunda, es bautismo que purifica y poder que mueve. El bautismo es rito de agua que regenera y renueva en el Espíritu Santo. El agua es figura y vehículo del poder que llena el alma con el ímpetu de Dios.

Tenemos una cita diaria con el agua que cura nuestra piel y refresca nuestra garganta. Con fe y poesía, esos encuentros domésticos pueden convertirse en cita con el Espíritu que siempre mueve las aguas de la creación"
(Carlos G. Vallés)

"En el principio" el Espíritu fecundaba las aguas empollando la vida. La tierra caótica iba adquiriendo figura por la acción fecundante del espíritu. Donde hay caos, vacío, confusión y muerte, el Espíritu vivifica. La vida primera nace desde las aguas por obra del Espíritu Santo. Las torrenciales aguas del Diluvio sumergen el pecado de la humanidad. La humanidad revive y se re-crea. Las aguas del Mar Rojo se retiran y el mar se seca delante de ellos. El pueblo avanzó libremente y después de 40 años conquistó su independencia. El Egipto del pecado es destruído y sumergido. Y Ezequiel profeta anuncia la promesa de Dios "Derramaré sobre ustedes un agua pura.... pondré en ustedes un corazón nuevo y un espíritu nuevo". La promesa de Dios es un Agua purificadora y un Espíritu renovador.

El agua es condición para la vida. El agua hace crecer y desarrollarse, refresca y purifica, es alegre y transparente. El agua acuna al hombre nueve meses. No podemos vivir sin ella. Renueva la tierra. Alimenta las plantas. Comunica la vida. El agua nos sostiene y nos limpia el alma.

En el Jordán Jesús baja a las aguas para sumergirse en ellas según el Bautismo de Juan. Entonces se abre el cielo y el Espíritu baja sobre El como paloma. Y desde ese día, todas las aguas de la tierra por El fueron santificadas y hechas transparentes. Y para Nicodemo, es muy clara la exigencia de Jesús :"Si no renaces por el agua y el Espíritu no puedes entrar al Reino de los cielos". Re-nacer, vivir purificado y con un corazón nuevo. Pasar del caos a la vida por obra del Espíritu.

El Espíritu es una fuerza nueva que transforma el corazón. Alienta a los hombres, los anima, los purifica, los hace crecer y les da vida." (Miguel Ortega Riquelme)

1. Génesis 1, 1-2; Génesis 7, 22-24; Ezequiel 36 25-28; Mateo 3, 13-17; Juan 3, 3-8
2. Experiencias ante la sed, el agua de cada día, los ríos o el mar.
¿Has estado en peligro de ahogarte? ¿Qué has sentido?
3. Enumera las principales cualidades del agua en la naturaleza y en la vida humana.
4. Enumera las razones por las que el agua es signo del Espíritu.
Brisa y aliento

Cuando se agitaban las aguas en la piscina de Betsaida, era señal de la presencia del Espíritu que sanaba; y cuando el viento movía las copas de los árboles, era señal para David de que el Señor iba delante de él para dar la victoria a su ejército. El viento es también señal del Espíritu. Es incluso un juego de palabras: tanto en griego como en hebreo, la misma palabra designa al viento y al espíritu.

Viento que sopla sin saber de dónde y que lleva no se sabe a qué. Inspiración secreta e impulso transparente. Frescura y movimiento. Oxígeno y vida. Brisa y tempestad. Brisa mañanera que acaricia la piel. Lejano e íntimo. Suave y arrollador. ¿Qué elemento representa mejor la libertad, la fuerza, la inmensidad, la cercanía, el misterio y la realidad del Espíritu en nuestras vidas? Con la metáfora del agua, la del viento es la que mejor describe sin describir la presencia y la acción del Espíritu de Dios en el mundo que él ha creado. Un viento impetuoso precedió a la experiencia de Pentecostés y mientras el viento llenaba toda la casa, el Espíritu llenaba el alma de los apóstoles allí reunidos.

Elías (1 Reyes 19, 9-13) no encontró a Dios en el huracán, ni en el temblor, ni en el fuego, sino en el susurro de una brisa suave. El Espíritu nos guía con delicadeza matinal. A veces ni caemos en la cuenta nosotros mismos de su presencia y de su influencia, tan callada como eficaz. ¿Quién nos da ese gozo súbito que no sabemos de dónde viene que llena de repente nuestro corazón con un anticipo anónimo de la dicha futura? ¿Quién hace brillar por un instante ante nuestra vista atónita la belleza de la creación y el sentido de la vida como si todo fuera evidente y claro y hermoso y profundo? ¿Quién despierta en nosotros la amistad y la confianza, quién revela la belleza de un rostro y la nobleza de un corazón, quién nos acerca a otros, nos abre sonrisas, nos hace sentirnos a gusto entre los demás? ¿Quién nos descubre el equilibrio de un paisaje, el secreto de un verso, el encanto de una melodía? ¿Quién desciende sobre nosotros en la oración con un calor íntimo, con un nuevo entender de un pasaje de la Biblia, con la seguridad irrefutable de la realidad eucarística? ¡Benditas brisas del Espíritu que sorprenden al alma y hacen ondular como campo de mieses las emociones de su eterna primavera!

También el viento nos habla del Espíritu. La fuerza y la majestad del cielo en tormenta son imagen del Espíritu que rige y domina, y también el huracán majestuosos esconde su presencia. Todo viento habla de mensaje, y brisas y vendavales se complementan para expresar todos los aspectos diversos de una realidad que nunca agotan. Jesús mismo sopló un día de gloria sobre sus discípulos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo" (Juan 20,22) Aliento y vida de su mismo pecho. Jesús se va, pero queda su aliento, y cada brisa mañanera, cada temporal encendido, cada suspiro de hombre, cada respiración rítmica nos recordará el divino contacto, el poder permanente, el amor jurado." (Carlos G. Vallés)

"Este soplo de Dios comunica la vida. Este viento suave nos hace respirar cada hora. El aire del espíritu hace respirar al hombre. El aliento de Dios nos sostiene la existencia. El Espíritu de Dios hace latir el corazón y abrir los ojos.

El viento tiene ambiente de libertad. El viento tiene rostro de aventura. El viento se alimenta de Alegría. El| Espíritu alienta la esperanza. El viento sopla fuerte o suave. Como tormenta o como brisa. Como gemido o como aliento.

Los cristianos necesitamos soltar amarras y correr riesgos. Como El quiera. Cuando El quiera. Por donde El quiera. Sin saber de dónde ni hacia dónde. Como llevó a Jesús al desierto y lo condujo. Al igual que ese aliento sobre el barro del primer hombre. el Viento de la libertad y de la vida. (Miguel Ortega Riquelme)

1. Gen 2,7; Ex 14, 21-22; Jn. 20,20-23; Hechos 2, 1-4
2. Experiencias o sensaciones ante el aire, la brisa, el viento, la respiración.
3. ¿Qué has sentido cuando te ha costado respirar o has notado que te falta el aire?
4. ¿Por qué el viento es signo del Espíritu?
Fuego

"Tras el agua y el viento, el fuego. Lenguas de fuego dibujarán el Espíritu en Pentecostés, y ya desde el Antiguo Testamento el fuego del cielo acompañaba las teofanías (manifestaciones) que acercaban a Dios a su pueblo. También el fuego, puede significar la aprobación de Dios en luz y calor, como también su ira en castigo y destrucción; pero, en cualquier caso, encarna siempre su cercanía y su presencia.

Fuego, agua y viento acompañan al Señor de los cielos cuando se acerca a la tierra a proteger a sus escogidos. La columna de nube que guía a Israel por el desierto se hace columna de fuego en la oscuridad de la noche. Esa es una de las funciones favoritas del Espíritu: protección y guía. Caminar paso a paso. Marcar los momentos en que hay que reposar y los momentos en que hay que avanzar. Así mismo el fuego, de origen celestial en el rayo y las centellas, y de poder irresistible más allá de la mano del hombre, señal, al consumir el sacrificio, de que Dios acepta y recibe el don del hombre y lo transforma en sí mismo. En ocasiones señaladas, el fuego desciende del cielo, para consumir el sacrificio visiblemente y señalar su aceptación.

"Holocausto" es palabra griega de sentido técnico en su origen y de aplicación fecunda en su imagen. Quiere decir "quemar del todo" sin dejar parte alguna sin consumir por el fuego. El símbolo del holocausto es bellamente válido en nuestros días. Todo para el Señor. Nada de tacañerías, regateos medias tintas. Generosidad y totalidad. Que el fuego haga su labor. Que arda en mi vida, con todo lo que soy, pienso y deseo, en homenaje pleno al Dios que me creó. No me quedo con nada, no reclamo recompensas, no negocio concesiones. Todo sobre el altar. Gesto de entrega total. Ofrenda digna de Dios, Señor absoluto de su creación. Y secreto de paz interior para quien así se entrega sin reservas, sin condiciones, sin excepción alguna en su consagración voluntaria a Dios. La entrega a medias es lo que nos hace sufrir con su insatisfacción, sus dudas, sus roces, sus idas y venidas, su falta de sinceridad, de firmeza, de estabilidad. Conozcamos el valor de darlo todo en la tranquilidad de no retener nada. La prueba de fuego. El mérito del holocausto.

El fuego prueba y purifica. En el crisol se separa el oro de la escoria. La vida fácil no revela lo que hay en el hombre, y mediocridades sin cuento andan por los caminos del mundo sin saber ellos mismos el precio de su vida y el valor de la virtud. Pero llega la adversidad y da la oportunidad de mostrar el temple y ejercer la paciencia. El sufrimiento acrisola la vida. Y ahí está precisamente el secreto de entender de alguna manera y encontrar fuerzas para hacer frente al dolor, dentro del misterio de vida y de fe que es sufrir y el respeto que inspira toda herida abierta en el corazón del hombre. El secreto es saber que ese sufrimiento que nos aqueja, es en último término fuego que viene de arriba y que, con dolor pero con esperanza, prueba y purifica el oro que llevamos dentro para engarzarlo un día en corona de eternidad. El amor que Dios nos tiene no admite rivales. La sinceridad del fuego como testigo de la unión sagrada. Fuego que arde en dos corazones al mismo tiempo. Fuego que quema y marca. Jesús dijo que había venido a traer fuego a la tierra y que estaba deseando que se encendiese. En este fuego está todo: purificación, decisión, sufrimiento, amor, entrega." (Carlos G. Vallés)

"Alrededor de una fogata se reúnen y cantan los amigos. El fuego calienta la casa, prepara la comida, funde los metales, e ilumina la oscuridad. El fuego hace dibujos en el aire, entretiene largas horas, juega alegremente, ríe y habla. El fuego invita a reunión, a intimidad, a confidencia, a diálogo y a fiesta. Es amistad compartida y tiempo de encuentro en la noche del hogar. Hay también fuego que quema y hiere. Hay fuegos de agresiones y armamentos y hay fuegos destructivos como bombas. Pero existe sobre todo el fuego intenso del amor. Es el fuego que arde en cada hombre que siente, que lucha, y que ama. Es un fuego permanente. Activo y en movimiento. Es el fuego que no cansa, que no reposa, que no se apaga. Es el amor. El fuego de la vida."

1. Ex. 3, 1-7; Lc. 12,49; Hech. 2, 3-4
2. Comparte tus experiencias del fuego. Positivas y negativas.
3. ¿Cuándo has podido decir como los discípulos, que tu "corazón ardía"
4. ¿Por qué el Espíritu es significado por el fuego? Busca varias razones.
Paloma

"A la palabra se añaden los símbolos. La imagen va a llegar a donde no llega la expresión hablada. El Espíritu escapa a la definición matemática, pero se presta encantado a la imaginación, a la poesía, a la metáfora, a la imagen. "Paloma" es, desde luego, un piropo. Sabios teólogos se las ven y se las desean para averiguar las razones especulativas que llevaron al Espíritu Santo a escoger la paloma como símbolo propio y acaban por darse por vencidos. No va por ahí la cosa. Es asunto de poesía, más que de teología, que tampoco están reñidas. La paloma se hace al instante ternura, sencillez, inocencia. Es fácil acercarse a ella, no se espanta, no se hace daño. Esos rasgos se aplican con fervor espontáneo al Espíritu Santo, y la imagen ayuda al contacto.

La paloma aparece al final del diluvio con el ramo de olivo en el pico como prueba que la tierra está lista otra vez.. Desde entonces la paloma es símbolo de la paz. La paz es el deseo más profundo del corazón humano, y desde ahora su don queda vinculado al Espíritu Santo, dador de paz y dueño de la tranquilidad.

El Espíritu es quien nos libera de todo cautiverio moral o ideológico, físico o mental. "Donde está el Espíritu de Dios está la libertad", dirá después San Pablo con experiencia propia y ajena. La paloma nos guía. Meditaré como la paloma, dijo Isaías o su traductores latinos. El arrullar de la paloma, sus largas calmas en el alféizar de la ventana o sobre una viga del techo evocan la pausa meditativa del alma en paz. Para meditar hace falta tranquilidad, la paloma es animal pacífico y por eso su imagen evoca la contemplación.

Las leyes del Levítico prescribían que los pobres que no tenían dinero para más, ofrecieran un par de palomas en sacrificio de purificación para la madre Así lo hizo María en su día. Ese rito convierte a la paloma en amiga de los pobres símbolo de pureza y victoria. El Espíritu Santo es Padre de los pobres y es esa sencillez, esa apertura para recibir, que caracteriza al pobre, lo que invita su presencia y prolonga su estancia. El pobre sufre hambre y el hambre materializa el deseo. Deseo elemental del pan y alimento, que significa el deseo transfigurado de Espíritu de Dios. La pobreza es el espacio vacío en el que encaja Dios.

La paloma es pureza por el blanco de su color y la sencillez de sus intenciones, y el Espíritu ama a los limpios de corazón, a los sinceros, a los claros. La vida moderna ha hecho al hombre volverse complicado, desconfiado, ya no se fía de nadie se ha perdido el sí y el no del evangelio y los hablares de los hombres son una maraña tejida a sabiendas para que nadie sepa que han querido decir y nadie quede atrapado en lo que dice. La sencillez es atributo del Espíritu y es bello recobrar la inocencia de las palabras entre la hipocresía de lenguaje.

Y una paloma más: en un viaje a Rusia visité cerca de Moscú el monasterio de Zagorsk en pleno culto del dia mariano de la Asunción de la Santísima Virgen. Allí sobre la pila bautismal vi suspendida del alto techo una paloma de plata en la que adivine la puertecita que podía abrirse en su cuerpo para llegar la interior. Esa paloma es para los cristianos ortodoxos el tabérnaculo en la que guardan la eucaristía por si hiciera falta para un enfermo en viático súbito. El Espíritu Santo entre dos sacramentos, eucaristía y bautismo. El Espíritu Santó formó en María el cuerpo sagrado de Dios entre los hombres y ahora la paloma guarda virginalmente en su pecho blanco ese cuerpo sagrado para su unión con el hombre cuando mas lo necesita al entregar su vida. Y debajo la fuente de las aguas otra vez el Espíritu aletea sobre aguas de creación y redención. La primera imagen de la creación recogida en el fe y el arte de la iglesia de hoy en tierra inesperada el Espíritu siempre presente." (Carlos G. Vallés)

"Cuando a Jesús lo cubren las aguas transparentes del Jordán para ser bautizado por Juan, cuando va a iniciar su misión y es ungido como profeta, entonces el cielo se abre en el silencio. Y una paloma se posa sobre la cabeza del Cristo. Y desde ese día Jesús, lleno del Espíritu, empieza a recorrer los campos y a ganarse el corazón del pueblo. Una paloma proclamó un tiempo nuevo.

La paloma tiene ternura, no hace ruido ni busca llamar la atención. Es paciente y sencilla. no busca divisines. La paloma es amiga del hombre. No causa violencia, no discute, no pelea. Es doméstica, cercana, humilde y mansa. Se mueve en el silencio. Llega como un arrullo. Viene sin bullas ni estridencias. La paloma no es el águila fuerte que alcanza las alturas ni el canario elegante que canta con vanidad. Es el amor, es la paz, es la humildad silenciosa.

1. Génesis 8, 8-12; Mateo 2, 13-17
2. Qué cualidades percibes en las palomas?
3. Analiza el texto del diluvio y ve qué símbolos del Espíritu encuentras ahí.
4. ¿Por qué el Espíritu es significado en una paloma.

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