12.11.05

Primera Acta de Fundación Schoenstatt


PROGRAMA:

Aceleración del desarrollo de nuestra propia santificación y, de esta manera, transformación de nuestra Capillita en un lugar de peregrinación.


1. Ante todo, vuelvo a saludarles con el hermoso saludo que hacía tiempo no les dirigía: “Nos cum prole pia, benedicat Virgo María”, con Cristo su Hijos, bendíganos la Virgen María. Es la primera vez que esta divisa de congregantes resuena en este lugar. ¡Qué se prolongue y siga resonando por todos los tiempos venideros!

2. Tanto el padre como la madre y los hijos, se alegran al poder tomar posesión de un hogar propio, aunque éste sea poco vistoso y pobre en comparación con la magnífica casa de arriendo que acaban de dejar. El pensamiento: “La casa es nuestra” excede a todas las demás ventajas. De esta pura alegría familiar podemos también gozar nosotros en el día de hoy. Esta Capillita pertenece a nuestra pequeña familia de congregantes, a cuya cabeza reina nuestra Madre Celestial. Es toda nuestra, es únicamente nuestra. Sin envidia alguna cedemos a otros la capilla más hermosa de la casa, nuestra casa arrendada, que teníamos hasta ahora. Nos alegramos y no nos dejaremos quitar por nadie esta alegría. Pero, en el día de hoy, además de la alegría, también un sentimiento de santo orgullo hace palpitar más fuertemente nuestros corazones, porque el Santuario que se hallaba desde tiempos inmemoriales más o menos abandonado, desmantelado y vacío, ha sido restaurado por nosotros, y por iniciativa nuestra dedicado a la Sma. Virgen. Por lo menos, desde que habitan y trabajan aquí los Pallottinos, no han lucido estas paredes adorno más bello que hoy. ¿Podemos acaso encontrar en este feliz acontecimiento un presagio favorable del futuro desarrollo de nuestra joven Congregación?

3. ¡Sin duda! Sería una obra sublime, digna del esfuerzo y de la actividad de los mejores, si nosotros, los congregantes, lográsemos introducir en nuestro internado un ardiente amor a María, y una intensa aspiración a la virtud en los estudiantes, como no la hubo jamás aquí.

4. Pero, ¿por qué me expreso con tanta timidez y reserva? ¿Acaso he perdido la confianza en ustedes? Cierto es que sólo quedan las ruinas de nuestra floreciente Congregación. Pero, de las ruinas brotará pronto nueva vida. Garantía de ello es para mí la fiel cooperación de ustedes durante el año pasado y el auténtico espíritu mariano que han adquirido. Puede ser que durante las vacaciones, bajo el humo y el polvo de la vida diaria, se hayan desvanecido algunos ideales, que uno u otro propósito formulado en el curso del año y que hemos tenido por invariable, no haya resistido la prueba en la vida práctica. Pero una cosa nos ha quedado –estoy seguro de ello- y ésta es la convicción de que la auténtica grandeza moral y religiosa, según el estado de cada cual, es inseparable de un verdadero congregante. Y hoy día, lo mismo que a fines del último año escolar, nos anima la voluntad de triunfar, de realizar el ideal de nuestra Congregación. No, mis queridos congregantes, no he perdido la confianza en ustedes. Sé que construyendo sobre lo que hemos alcanzado hasta ahora, haremos grandes progresos en este año, tal como nos lo habíamos propuesto el año pasado.

5. Este desarrollo lento de nuestra gracia vocacional y el mayor grado de espíritu religioso y apostólico originado por este desarrollo no es, sin embargo , lo que quisiera proponerles como meta. Mi exigencia se refiere a algo incomparablemente superior: cada uno de nosotros ha de alcanzar el mayor grado posible de perfección y santidad, según su estado. No simplemente lo grande, ni algo más grande, sino precisamente lo más excelso ha de ser el objeto de nuestros esfuerzos intensificados. Ustedes comprenderán que me atrevo a formular una exigencia tan extraordinaria sólo en forma de un modesto deseo.

6. Pero si ustedes quieren saber el origen de este anhelo, me parece que puedo manifestarles una secreta idea predilecta.

7. San Pedro, después de haber contemplado la gloria de Dios en el Tabor, exclamó arrebatado: “¡Qué bien estamos aquí! ¡Hagamos aquí tres tiendas!”. Una y otra vez vienen a mi mente estas palabras y me he preguntado ya muy a menudo: ¿Acaso no sería posible que la Capillita de nuestra Congregación al mismo tiempo llegue a se nuestro Tabor, donde se manifieste la gloria de María? Sin duda alguna no podríamos realizar una acción apostólica más grande, ni dejar a nuestros sucesores una herencia más preciosa que inducir a nuestra Señora y Soberana a que erija aquí su trono de manera especial, que reparta sus tesoros y obre milagros de gracia. Sospecharán lo que pretendo: quisiera convertir este lugar en un lugar de peregrinación, en un lugar de gracia, para nuestra casa y toda la Provincia alemana y quizás más allá. Todos los que acudan acá para orar deben experimentar la gloria de María y confesar: ¡Qué bien estamos aquí! ¡Establezcamos aquí nuestra tienda! ¡Este es nuestro rincón predilecto! Un pensamiento audaz, casi demasiado audaz para el público, pero no demasiado audaz para ustedes. ¡Cuántas veces en la historia del mundo ha sido lo pequeño e insignificante el origen de lo grande, de lo más grande! ¿Por qué no podría suceder también lo mismo con nosotros? Quien conoce el pasado de nuestra Congregación no tendrá dificultades en creer que la Divina Providencia tiene designios especiales respecto a ella (1).

8. Al decir esto, mis queridos congregantes, siento que mis palabras encuentran eco. ¡Ya están ardiendo sus corazones! Ustedes han hecho suyo mi producto: lo pongo tranquilamente en sus manos, lo mismo que su ejecución, y no tengo reparo en escribirlo en nuestra crónica. ¡Qué las generaciones venideras nos juzguen! ¿Alcanzaremos el fin que nos hemos propuesto? En cuanto depende de nosotros, mis queridos congregantes, -y esto no lo digo vacilando y dudando, sino con plena convicción-, todos nosotros haremos todo lo posible. Tal como para nuestro segundo patrono, San Luis Gonzaga, una capilla de la Sma. Virgen en Florencia fue el origen de su santidad, así también esta capilla de nuestra Congregación será para nosotros cuna de santidad. Y esta santidad hará suave violencia a nuestra Madre Celestial y la hará descender hasta nosotros.

9. Hace más de cinco siglos los ingleses y franceses se destrozaban en una guerra sangrienta. Francia ya estaba a punto de quedar totalmente aniquilada. Al mismo tiempo, una humilde aldeana francesa imploraba en fervorosa oración a la Sma. Virgen la salvación de su rey. De repente se le aparece el Arcángel San Miguel y le dice: “Aquella que el gran Dios reconoce por Madre suya me ha ordenado que me presente a ti, para anunciarte que ciñas la espada, cubras tu cuerpo con una coraza y diendas la causa de la justicia. Tú librarás la ciudad de Orleans de sus enemigos y llevarás al rey a Reims a ser coronado. En la Iglesia de Santa Catalina de Fierbois está enterrada una espada detrás del altar. Hazla sacar y cíñetela”.

10. La joven se llamaba Juana de Arco, conocida en la historia como la Doncella de Orleans. Pío X la beatificó en 1909. Se me figura que nuestra Señora, en estos momentos; en la antigua capilla de San Miguel nos dirige estas palabras por boca del Santo Arcángel:

11. No se preocupen por la realización de su deseo. Ego diligentes me diligo. Amo a los que aman. Pruébenme primero por hechos que me aman realmente y que tomas en serio su propósito. Ahora tiene para ello la mejor oportunidad.

Y no crean que es algo extraordinario, si ustedes suben al máximo más allá que las generaciones pasadas las exigencias que se ponen a sí mismos dado el tiempo tan serio y tan grande como el que vivimos actualmente.

Según el plan de la Divina Providencia debe ser la guerra mundial, con sus poderosos impulsos, un medio extraordinariamente provechoso para ustedes en la obra de su propia santificación. Es esta santificación la que exijo de ustedes. Eslla es la coraza que tienen que ponerse, la espada con que deben luchar para la consecución de sus deseos. Tráiganme con frecuencia contribuciones al Capital de Gracias. Adquieran por medio del fiel y fidelísimo cumplimiento del deber y por una intensa vida de oración muchos méritos y pónganlos a mi disposición. Entonces con gusto me estableceré en medio de ustedes y distribuiré abundantes dones y gracias. Entonces atraeré desde aquí los corazones jóvenes hacia mí, y los educaré como instrumentos aptos en mi mano.

3 comentarios:

CALCETEC dijo...

Angie!!!!!!!!!!!!
No puedo creer encontrarte aqui!!!! Es Lorena !!! de la JF de gye!!! yo soy la que tenia una gemela! jejeje ojala todavia veas este blog! me encantaria saber de ti!!! en donde andas!!!
cariños!
Lore

angie dijo...

hola lore!!! mira que me llevó tiempo hacer la conexión de quién me saludaba jaja, pero si te reconosco perfectamente, como estas? yo estoy bien, ahora en Santiago por estudio,e ingrese al Blog pues con mi grupo de profesionales de la JF estamos haciendo un sitio web y necesitaba inspiración, aún no eesta listo pero yo feliz de que puedas conocerlo es: profesionalesfelices.com
Saludos afectuosos!!!

ojazaczek dijo...

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